martes, 13 de enero de 2009

Diario de un Viajero: Alicante-Estocolmo-Skövde

INTRODUCCIÓN

Al fin una nueva actualización del blog... y es que me ha costado muchísimo sacar algo de tiempo para escribir algo. Sin ir más lejos, aprovecho ahora que la gente está aún durmiendo después de la fiesta de ayer para comenzar a poner esto al día, que ya va siendo hora... Estrenamos aquí y ahora la sección Diario de un viajero, que tratará asuntos referentes a viajes y travesías por lugares variados. En la entrega de hoy relataré cómo fue mi viaje desde Alicante a Estocolmo pasando por Barcelona así como el posterior viaje de Estocolmo a Skövde (cuyo nombre ya sé pronunciar correctamente... ¡al fin!)

COMIENZO DEL VIAJE: ALICANTE - BARCELONA

Comenzamos pues en el punto en el que me presento en el aeropuerto de El altet con la familia y facturo mi maleta (asunto truculento que se tratará llegado el momento) y me dirijo a la puerta de embarque con mi querido ordenador portátil Torpe reposando plácidamente en su bolsa, la cual puede provocar bastantes dolores de espalda si, como yo, uno la carga durante demasiadas horas. En el momento de ir por el típico túnel camino del avión me encontré de bruces a un señor en la puerta del avión con una chaqueta oscura muy similar a la de los gángsters de las películas. En su momento pensé que sería algún tipo de agente de seguridad buscando a criminales o algo así... mi gozo en un pozo, resultó ser otra cosa.

Una vez sentado en mi asiento en el avión comenzó el movimiento por parte de las azafatas... y del azafato (que es lo que resultó ser el "gángster" que me encontré en la puerta del avión saludando a todo el mundo), algo amanerado (o delicado, como prefiráis) por cierto. Tan sólo había subido dos veces en avión antes de esta experiencia y no recordaba los aviones tan pequeños. No es que el avión fuera de jueguete, pero no me pareción un avión demasiado grande. Poco después los azafatos (incluiré al chico) comenzaron con la típica demostración de cómo ponerse los cinturones, qué hacer en casos de emergencia, etc. Fue bastante entretenido, la verdad. Tras el espectáculo, que sentí ganas de aplaudir, ya estaba todo dispuesto para alzar el vuelo.

El vuelo comenzó con un feroz aumento de velocidad y una elevación del morro del avión que nos hizo emprender la travesía. Ya no había vuelta atrás y no sabía qué me encontraría. La suerte estaba echada. Con el aumento de la distancia entre el avión y el suelo terrestre comenzaron los típicos cambios de presión que taponan los oídos y que, en ocasiones, pueden hacer que duelan (y no poco) pero me tomé ese vuelo (Alicante-Barcelona) como una preparación para el siguiente, que sería el triple de largo. Puesto que no quería matarme en el avión y se recomendó fehacientemente la desconexión de todos los aparatos electrónicos, desconecté el móvil y no usé la cámara durante el vuelo, por lo que lamento no poder aportar imágenes de todo esto. Una vez a altura de crucero pude ver la sombra que las nubes arrojan sobre las diminutas casas que pueblan el suelo, las montañas y colinas y las estrías que el agua crea en ellas. El vuelo duró apenas una hora. Ya llegando a Barcelona pude ver la zona del puerto con barcos faenando, barcos que parecían los típicos barcos de juguete que los niños meten en la bañera consigo. El descenso comenzó una vez localizado el aeropuerto de El Prat y llegó el desgarrador dolor de oídos acompañado por los reiterados sobresaltos al ir perdiendo altura poco a poco. El avión aterrizó sin problemas y lo abandonamos para permanecer 50 minutos a la espera del siguiente vuelo.

Puertas 31 y 32 del aeropuerto de El Prat (Barcelona)

En principio el embarque en el vuelo hacia Estocolmo debía hacerse por la puerta 32 pero finalmente lo hizo por la puerta 31, la paradoja es que por la 32 el embarque acabó siendo para un vuelo a Tenerife, antítesis total del que era mi destino. En mis 50 minutos de aburrimiento me dediqué a hacer algunas fotografías por el aeropuerto cual japonesito enfervorecido y aquí presento las fotos que hice (nada espectacular, no os hagáis muchas espectativas pero, después de todo lo que he escrito arriba, llegado este punto es mejor dejar descansar la mente un poco):

Vista interior del aeropuerto de El Prat (Barcelona)


Cartel con mapa de las tiendas presentes en el aeropuerto


Monitores con los vuelos que estaban por salir

Finalmente... tras 50 minutos de espera...

Vuelo a Estocolmo preparado...

VUELO BARCELONA - ESTOCOLMO

Finalmente embarcamos por la puerta 31 y nos dispusimos a abandonar suelo español. A medida que me aproximaba a la puerta del avión noté el frío que dominaba Barcelona (3º centígrados, ni más ni menos) Lo sorprendente es que en Estocolmo haría menos frío... Ya dispuesto en mi asiento (al final resultó que el avión fue el mismo para este segundo vuelo) se pudo observar una mayor afluencia de cabelleras rubias. Eso sí, el avión iba mucho más vacío que en el viaje con destino a Barcelona. En este vuelo me senté (al igual que en el anterior) en la parte trasera izquierda del avión. Lo curioso es que justo detrás mía había una pareja de sudamericanos hablando español. "Qué poco me queda de eso en los próximos meses", pensé... no sabía lo que me iba a encontrar luego. Dispuse mi bloc de notas para solventar mis terribles problemas de memoria y la revista de pasatiempos para no aburrirme. Finalmente el vuelo comenzó a las 10:40. Justo antes del vuelo hubo el mismo espectáculo consistente en mostrar cómo se pone el cinturón, etc. pero esta vez no fue sólo en español e inglés... sino que también lo contaron en sueco. A medida que lo iba escuchando pensaba "Ufffff... qué chungo... ¿dónde narices me he metido?" Ahora sí que no había vuelta atrás... de todos modos lo que no te mata te hace más fuerte... así que ¡¡allá vamos!!

Una vez con el avión estable a altura de crucero y con la luz que informa de la necesidad del uso de los cinturones apagada comenzó el dolor de oídos de nuevo, esta vez bastante más intenso. Creo que los cambios de presión no me gustan demasiado... Las azafatas repartieron las cartas de regalos y comida y yo me puse a mirarlas. Cuando eché un ojo a la ventanilla pude ver los picos de las montañas nevados por entre la difusa capa de nubes que había por debajo... vaya cosa me estaba perdiendo... aunque "Bueno", pensé, "Nieve no creo que me vaya a faltar en Suecia". Llegado un punto las nubes se hicieron completamente densas y opacas y no se pudo advertir nada a través de ellas. Me puse a hacer algunos crucigramas y poco a poco fui sintiéndome somnoliento (la noche anterior no dormí demasiado) Decidí echar una cabezada pero a los 10 minutos me desperté sintiendo algo de hambre. Justo en ese momento pasaban las azafatas con el carrito. Miré rápidamente el menú y me decidí por una chapata de jamón serrano y un bote de coca-cola. El bote era el típico bote enano de los aviones y la chapata resultó ser de jamón con tomate. ¡No hay problema! Cuando hay hambre todo entra. Las 12:30 todo nubes... nubes y más nubes. Cuando el ser humano pierde sus referencias típicas se siente raro y, allí, por encima de una densa capa de nubes, no había nada más que nubes y cielo, cielo y nubes. La inquietud es incontrolable. La gente poco a poco comenzó a dormirse y yo me entretuve en mirar un poco las nubes. Algunas presentaban formas curiosas y, alimentadas con algunas sombras, adquirían un realismo importante. Entre algunas zonas menos densas se podía también ver más nubes en estratos inferiores. En algunos puntos podía entreverse también lo que había bajo las capas de nubes: algo azulado, aunque quizá no fuera más que sombras y reflejos. Comencé a hacer cuentas sobre las conversiones entre euros y coronas suecas y evaluar los gastos venideros y, entre unas cosas y otras, se me hicieron las 13:30; en poco más de 30 minutos estaríamos en Estocolmo. Llegó entonces un momento sorprendente: el comandante informó "Cielo parcialmene nublado y 5º centígrados SOBRE CERO". Es decir, que hacía más frío en Barcelona o Madrid que en Estocolmo... ¡qué locura! Ya comenzaba a verse la superficie terrestre entre las nubes y el avión comenzó su descenso acompañado de los desagradables cambios de presión y el dolor de oídos aderezado además con dolor de cabeza. Me abroché el cinturón y miré por la ventana. Sin ser aún las dos de la tarde el sol ya arrojaba sombras verdaderamente alargadas. Hay una cosa que está muy clara: si te gusta disfrutar del sol no se te ocurra venir a Suecia. Finalmente el avión aterrizó en el Aeropuerto de Arlanda en Estocolmo. Abandonamos el avión, en cuyo pasillo había tres policías acompañados por un perro (detector de drogas, imagino) que nos olisqueó a todos y comenzó la diversión en el aeropuerto.

Carteles en el aeropuerto de Arlanda

Interior del aeropuerto de Arlanda

LA ODISEA DEL EQUIPAJE

Una vez en el aeropuerto me dispuse a recoger el equipaje facturado y busqué las típicas cintas transportadoras. Justo cuando entré por un pasillo me encontré de bruces con un monitor que informaba sobre la cinta a la que tenía que acudir.

Muy bien... la cinta número 5...

Y allí esperé a que empezaran a salir los bultos. Los bultos comenzaron a rodar y esperé a que saliera mi maleta... y esperé... y esperé... y esperé... Mi maleta no salió... ¡empezamos bien la andadura! Me dirigí al mostrados que hay justo enfrente y, haciendo acopio de valor, comencé a usar mi macarrónico inglés con un señor muy agradable que me atendió muy bien y se interesó bastante. Resulta que había estudiado un poco de Español y el primer libro que tuvo tenía en el capítulo 1 información sobre La dama de Elche. Muy simpático el hombre. Se portó muy bien y miró en el ordenador qué había podido pasar con mi equipaje. Resulta que yo volé a Estocolmo via Barcelona y mi equipaje debía hacerlo via Madrid, ya que los inteligentes señores de la compañía S*****r (a los que no quiero hacer publicidad) enviaron mi equipaje a Estocolmo vía Madrid que, anegado por la nieve como estaba, tardaría X tiempo en mandar mi equipaje a Suecia. Muy bien, en un país extraño y con lo justo... El caballero me hizo entrega de un pequeño kit de noche y que me enviarían la maleta allá a donde yo estuviera alojado, puesto que mi estancia iba a ser larga. Para ello debía darle la dirección de mi residencia. Como no disponía de ella, me indicó un número de teléfono al que tenía que llamar tan pronto como la supiera. Pues nada... con lo justo me fui a cambiar mis euros (€) por coronas suecas (SEK), adquirí un billete de autobús (11 €... ¡qué dolor!) y marché a la Stockholm Centralstationen (si es que se llamaba así)

VIAJE ESTOCOLMO - SKÖVDE

Una vez llegué a la estación, me resultó algo difícil orientarme ya que la mayoría de los carteles estaban sólo en sueco, pero con darme dos vueltas descubrí que "Billetes" en sueco es "Biljetter" así que finalmente pude adquirir un billete para un tren X2000 (de los más modernos de Suecia) que me costó unos 60€ aproximadamente. Tras una espera de 40 minutos subí al tren. El tren era bastante cómodo y permitía el acceso a internet (claro... en caso de pagarlo al comprar el billete) e incluso disponía de alimentación para aparatos electrónicos. Llamé a Cim (pronunciado /Kim/), el vicepresidente del Comité Internacional de la Universidad de Skövde (Högskolan i Skövde), para informarle de mi hora de llegada. El viaje en tren comenzó y yo me dediqué a hacer algún pasatiempo y a mirar alguna cosa en mi desinternetizado portátil. Una vez llegó mi parada abandoné el tren y entré en la estación. En Skövde la temperatura era algo más alta que en Estocolmo, estaríamos a unos 7º.

LLEGADA A SKÖVDE

Localicé la entrada de la estación y allí me estaban esperando Cim y Malin, una chica bastante guapa y simpática, por cierto. Ya iré publicando fotografías para que todo el mundo pueda poder caras a los nombres que voy dejando por aquí. Les informé de lo que había pasado con mi equipaje y Cim, muy atento, me dijo que se encargaría de llamar al aeropuerto y ver si podría acelerar las gestiones. Me llevaron entonces en un Volvo (cómo no) a un supermercado para que pudiera comprar algo y volvieron a la estación ya que estaba por llegar otro nuevo estudiante. Mientras yo compraba un pijama, algo de ropa interior, champú, gel y unas sábanas (que resultaron ser una cubierta para el nórdico) ellos recogieron al nuevo estudiante.

CONOCIENDO A NUEVA GENTE

Esperé a que llegaran para recogerme de nuevo y entonces nos fuimos hacia la residencia: Xenia. En el coche iban dos chicos: Octavio, un español que lleva aquí desde Agosto, y Francesco, un italiano que es al que fueron a recoger y con el que voy normalmente por ahí en estos días. Finalmente llegamos a la residencia, me dieron mis llaves y me llevaron a la tercera planta (mi habitación es la 303: la 03 de la planta 3). Mi habitación está justo delante del ascensor, así que no tiene pérdida. Llegué, dejé las cosas y el conserje (Martin, un polaco muy simpático) me presentó a Álex, un estudiante de Valencia que, como Octavio, está aquí desde Agosto. Álex me presentó a algunas otras personas y me indicó dónde estaban la cocina, el salón, la lavandería, etc. Entonces conocí a tanta gente que fui incapaz de quedarme con casi ningún nombre y aún ahora, casi una semana después, hay nombres que no recuerdo. Si mi memoria no me falla (que creo que será lo más probable) conocí a Ananda, una chica de Málaga. Tanto Álex como Ananda son mis vecinos de la 302 y la 304 respectivamente. También conocí a Keko, Nacho, Jose, Aranza, Lara, Juan, los dos Manolos, Paco, Lukasz (polaco), David (alemán), etc. (lamento no acordarme de todos los que conocí el primer día... sois muchos) También a Lisa (estadounidense), que llegó algo más tarde que Francesco y yo.
En fin, esa noche estuve un rato de cháchara con ellos y me acosté. Al día siguiente había quedado con Keko, Francesco y Lisa para ir a un desayuno con el resto de nuevos estudiantes y comenzar la semana de introducción.

Por el momento creo que ya he escrito demasiado. Ya seguiré actualizando y aportando nuevos detalles.

Paz, amor y buenos alimentos!
Gracias por leer!

5 comentarios:

Jarke dijo...

Jaja, estás en la planta de los pigs, la que era la mía. Aunque igual este cuatrimestre cambia. También es la planta de los futboleros, ya verás los domingos...

Saluda a Rafa, Jose, Ananda, Nacho, Álex, Lukas, David... de mi parte. Son muy buena gente, buenos vecinos.

Rober Rodríguez dijo...

Hola Rubén:

La gente me estuvo preguntando por aquí si íbais a volver.

En la tercera planta somos casi todos españoles, menos Lukasz, David y no sé si alguien más, todos españoles. Ya vimos ayer el fútbol en el salón xD

Los saludaré de tu parte ;-)

¿Qué tal todo por Alicante?

Jarke dijo...

También debe andar Jonathan, que es francés, ¿no? En la habitación 314. También un buen personaje, y un buen tío.

No puedo decir si podremos ir o no, ya que no hay muchas ofertas en puentes, y encontrar un viaje de ida y vuelta en fin de semana es complicado.

Saludos!

Rober Rodríguez dijo...

Jonathan... menudo crack el tío... conoce más tacos en español que yo...

Jarke dijo...

Bueno, hay tantos españoles que todos los guiris saben algo, jaja. Pregúntale a David, ya verás lo rápido que aprende...